Forpez
Tijeras de arco
Sepultura 11. Necrópolis de Daganzo. Ajuar funerario
Hierro
Cuchilla: Martilleo
Fundido
Altura = 17,10 cm; Anchura = 3,80 cm
Tijeras de de arco formadas por una sola pieza de metal. La varilla forma un resorte mediante 1 1/2 revolución. La varilla es de sección cuadrada y las hojas de forma triangular, con los filos curvados. Están despuntadas.
Las tijeras de arco aparecen en Europa hacia el 500 a. C. en contextos de la cultura de La Tène, aunque hay precedentes mucho más antiguos en Oriente Próximo. En el mundo romano estuvieron muy extendidas, y se siguió utilizando el modelo en forma de U de la Edad del Hierro centroeuropea, aunque fue más frecuente un cierre ultracircular en forma de omega (el cierre en forma de bucle del presente ejemplar fue más raro). En el mundo visigodo ya eran conocidas las tijeras modernas o articuladas, que empezaron a fabricarse al parecer hacia fines del siglo I ó comienzos del II d. C, y de las que se conservan algunos ejemplares romanos encontrados en el campamento legionario de Augsburgo. Normalmente suele admitirse que en sus Etimologías (libro XX, capítulo 13) san Isidoro se refiere ya a las tijeras de tipo moderno, puesto que compara las tijeras empleadas por sastres y peluqueros (forfices y forpices) con las tenazas usadas por los herreros (forcipes), que con seguridad giraban en torno a un punto de cruce central. Sin embargo el registro arqueológico ha mostrado que hasta el siglo XIV fue mucho más frecuente el uso de las tijeras de arco (que siguieron fabricándose casi sin variaciones), mientras que el tipo moderno no se impuso hasta el siglo XVI.
Sobre la utilización de las tijeras y el sentido de su depósito en la tumba puede deducirse algo de su tamaño y material. Las tijeras de uso corriente en época romana (de bronce o de hierro) medían entre 15 y 25 cm. y se utilizaban con una sola mano. En cambio las tijeras de esquilar eran ordinariamente de hierro, medían de 50 a 135 cm y estaban pensadas para ser utilizadas con las dos manos. Por tanto las tijeras depositadas en la tumba 11 deben ser consideradas sin duda como un objeto destinado al aseo personal, lo que es coherente con la presencia en la misma tumba de unas pinzas de hierro, cuyo uso en depilación corporal es ampliamente admitido.
Comentario extraído del Catálogo del Museo de San Isidro. Los Orígenes de Madrid.