Mortero de cal
Pigmento natural [Negro y rojo]
Pintura mural al fresco
Longitud = 18,10 cm; Anchura = 11,20 cm; Espesor = 1,70 cm
Dos fragmentos de mortero con pintura mural reintegrados en un único soporte de escayola. Compone parte de un panel de fondo ocre con banda roja, banda ocre rellena de líneas obícuas de color pardo enmarcada por una línea negra y filete pardo, banda lisa y restos de banda enmarcada en sendos filetes pardos y restos de banda de triángulos enfrentados en tono pardo y negruzco.
Foto: Miguel Ángel Otero Ibáñez
Durante la excavación de la villa romana de Villaverde Bajo, llevada a cabo en 1928, Pérez de Barradas pudo recuperar bastantes fragmentos de decoración mural al fresco, algunos de ellos in situ. Correspondían al menos a las dos habitaciones principales excavadas, ambas con pavimento de mosaicos, y se disponían según un esquema que pudo reconstruir en líneas generales Pérez de Barradas (1931-2: 113-4): zócalo amarillo o rojo y zona central de los mismos colores con paneles pintados imitando diversos tipos de piedras. Todo ello corresponde a un tipo de decoración al fresco bien conocida que imitaba chapados en piedra que formaban paneles aprovechando el veteado de distintos tipos de mármol, con ejemplos tardíos bien conservados como los de la Casa de Amor y Psique de Ostia (datados hacia el 300 d. C.). En el caso de Villaverde se imitan dos tipos de mármol muy extendidos, el azul antiguo (blanquecino con vetas azuladas o violáceas, obtenido en diversas canteras del imperio) y el mármol brocatel (con veteado redondeado en diversos tonos de ocres, de los que una de las canteras más conocidas se encontraba en la actual Tortosa, desde donde se exportaba a todo el Imperio).
Es desde luego una obra tardía, pero los fragmentos no permiten una datación precisa, para lo que hay que recurrir a su posición estratigráfica. Pérez de Barradas (1931-2: 108) supuso que la destrucción de la villa inferior y la construcción de la superior, de la que forma la decoración de pinturas y mosaicos, tuvo lugar a finales del siglo II o principios del III d. C.; Fuidio (1934: 108 - 9) lo retrasó hasta el "siglo III al IV" y posteriormente Abad (1984) y Balil (1987: 150) aceptaron la datación en el siglo III d. C. mientras Blázquez (1982: 53) fecha los mosaicos de Villaverde (e implícitamente los frescos que los acompañan) en el siglo IV d. C. a partir de paralelos en diversas decoraciones tardías de Ostia y Mérida. En cualquier caso la presencia debajo de los mosaicos de un ánfora Almagro 51 C (que no se empezó a usar hasta el último tercio del siglo III d. C.) hace que se deba retrasar un siglo la fecha propuesta por Pérez de Barradas, lo que implica una datación en el siglo IV d. C. tanto para los mosaicos como para la decoración mural de la villa superior.
Comentario extraído del Catálogo del Museo de San Isidro. Los Orígenes de Madrid