Es el primer trabajo que abordó Mathet para La Estrella en la Gran Vía, aunque el proceso fue largo y hubo varios proyectos. La regularidad del solar rectangular entre medianerías, con fachada a dos calles, permitió al arquitecto resolver la planta con absoluta simetría teniendo como eje el núcleo de escaleras y el patio principal. En cada planta distribuyó dos viviendas de gran amplitud, lo que no impidió sin embargo la presencia todavía de dormitorios con gabinete a la antigua usanza.
La fachada es un buen ejemplo del eclecticismo que dominó en los proyectos de este primer tramo de la Gran Vía. Presenta una distribución tripartita, con tres cuerpos horizontales y tres verticales, entre los que destaca el central con un triple mirador enmarcado por grupos de columnas. Sobre él, un nicho con una escultura alegórica, obra de Miguel y Luciano Oslé. Tuvo un remate, hoy perdido, de un alto y estrecho torreón circular de dos pisos con ventanas y rematado por cúpula. Las plantas bajas reciben también una rica decoración en el portal y en las ménsulas y cariátides que sustentan los miradores, realizadas por Miguel Castaños.
