Es uno de los primeros edificios que se construyó en la Gran Vía. Hubo un primer proyecto que llegó a publicarse en 1911, no muy distinto al que finalmente se ejecutó. Su destino inicial fue hotel de viajeros y como tal funcionó mucho tiempo, pero a finales de la década de 1940 lo compró una entidad bancaria para adaptarlo a oficinas, sufriendo entonces una completa reforma interior.
La fachada es muy sobria, decorada sólo con pequeñas guirnaldas sobre las ventanas, como queriendo emular fórmulas antiguas de carácter romano (no hay que olvidar que se llamó hotel Roma). Rematando la esquina, sobre el templete-rotonda que hoy subsiste, hubo originalmente una gran escultura de la Loba Capitolina. Muchos de las edificaciones vecinas han sido convertidas recientemente en hoteles, pero el antiguo Roma no ha recuperado su uso y ha vuelto a ser reformado para Consejería de Justicia de la Comunidad de Madrid.