Se proyectó desde el principio como edificio hotelero con bajos comerciales, de gran sencillez compositiva. La fachada, lisa y desornamentada, enfatiza las líneas verticales, creando una alternancia rítmica de macizo y vano. La decoración de los paramentos pasa casi inadvertida gracias a su simplicidad, pero tiene un cuidado diseño, como es característico en otras obras de López Otero, como el hotel Nacional, que en esta obra fue secundado por Miguel de los Santos como colaborador. Las habitaciones se ventilan a través de las fachadas o de los patios principales, quedando los secundarios para baños y galerías. Fue construido con estructura metálica.