El Rialto muestra la evolución de estos arquitectos desde los primeros edificios que construyeron al inicio de la Gran Vía hasta éste, levantado en el último tramo. La simplicidad y desornamentación que hoy encontramos en la fachada no responden exactamente a la concepción inicial del edificio, pues, si observamos fotografías de la época de su inauguración, podemos apreciar que ha sido "limpiado" de los frontones que tuvo en la planta principal y de las pirámides, casi obeliscos, que remataban la fachada y que acompañaban con su verticalidad a las altas cupulillas orientalizantes de los torreones. Lo que queda tras esa limpieza es un edificio sencillo, muy en la línea de la arquitectura de este último tramo de la Gran Vía. Es de destacar la integración funcional y compositiva del vestíbulo y sala de proyección, ambos con una singular y valiosa decoración.
