El primer proyecto de 1943 destinaba el edificio a hotel y locales comerciales, pero un año más tarde se reformó para incluir en parte de las plantas bajas y entresuelo una sala cinematográfica para 500 espectadores -ambos usos se mantienen actualmente-.
El solar ocupa una esquina muy abierta, que aprovechó Gutiérrez Soto para desplegar una planta bastante lineal, casi como un rectángulo que se quiebra sobre sí mismo al que añade un brazo en martillo con dos patios a medianerías. Esa misma forma abierta del solar permite una fachada de amplio desarrollo, en la que la curva pasa casi desapercibida debido a su uniformidad, al tratamiento de plano continuo que rompe con los ritmos más convencionales de huecos y macizos. En este caso es una sucesión de miradores curvos pero con poco resalte, ejecutados en ladrillo visto, lo que también supone una innovación entre los edificios del entorno que buscan la dignificación del edificio en la piedra o en el enfoscado que la imita.