En torno a las fiestas de San Isidro se instalaba una caseta de tiro al blanco en el cruce de la calle del Ferrocarril con el paseo de las Delicias, el premio por acertar en el centro de la diana era la fotografía que se disparaba automáticamente. En estas imágenes aparece Miguel, donante de la fotografía, probando puntería con unos amigos del barrio.