Cruz de piedra del siglo XVIII. La última cruz de las catorce que conformaban un vía crucis que se hacía en cuaresma. El camino partía del pueblo, llegaba hasta la cruz y bajaba a la iglesia. Con el tiempo, la cruz quedó desplazada en medio de un terreno privado. El propietario firmó con el párroco, Don Pablo, una escritura pública en la que donaba 4 metros de sus tierras a la iglesia, para que los vecinos de Aravaca pudieran seguir visitando la cruz.