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Patrimonio urbano
Café de Fornos
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Descripción
Titulo:
Café de Fornos
Fecha:
1991
Lugar:
Madrid
Descripcion:
C/ Alcalá, 21 c/v a C/ Peligros
Distrito: Centro
Colocada en el año 1991
Editor: Ayuntamiento de Madrid
Tipo:
Placa conmemorativa
Signatura:
s/sig

Comentario
En este lugar estuvo en la época de la Restauración el CAFÉ DE FORNOS, lugar de tertulias de intelectuales, políticos y toreros.

“Fornos significaba sesenta años de vida madrileña. El Madrid de Alfonso XII y el de la Regencia. Y la juventud del postrer Borbón. Las ventanas de este café fueron ojos y oídos para la actualidad callejera. Los antiguos espejos eran como largas y misteriosas galerías por donde se fueron alejando los hombres y las mujeres más interesantes de su época. Se los veía con el triunfo de sus risas, de sus glorias y de su juventud. Después, los espejos de Fornos se los iban tragando poco a poco… hasta que desaparecían definitivamente en las Sacramentales del otro lado del Manzanares.” Así escribió Emilio Carrère.

El café Fornos abrió el 20 de julio de 1870, tuvo muchos años dorados, sobre todo los de la Restauración, fue un clásico, hasta su deterioro al convertirse en sala de juego, cabaret… en el primer tercio del siglo XX.

Al Fornos lo distinguía su elegancia, su gran tamaño, ese lujo de sus salones decorados palaciegamente, estilo Luís XV. Las pinturas al fresco en los techos y paredes eran alegorías del té, del café, del chocolate, los licores y los helados, realizadas por los artistas Vallejo, Ferri y Busato, al decir de un artículo que dedicó Gustavo Adolfo Bécquer con motivo de la inauguración de este local de alfombras esponjosas y sofás aterciopelados de la más mullida factura. Tenía tres pisos, con comedor y reservados, en uno de los cuales cantaba Gayarre a sus amigos.

Fornos no cerraba en toda la noche. Sus tertulias más famosas fueron: la de la Farmacia con Ducazcal, Clarín y Tabeada. La de Valle Inclán con Pérez de Ayala, Romero de Torres, Juan Belmonte y otros; las taurinas y políticas.

Todo Madrid se citaba en él. Gutiérrez Gomero dice que “estaba lleno hasta los topes … y cuya clientela se renovaba como si un reloj la reglase… Allí iban los vecinos pacíficos y morigerados, a primera hora de la noche, a tomar su tacita de café, fumar tres o cuatro cigarrillos... Y luego marcharse a sus domicilios... Allí los que iban a pasar un rato en espera de la cuarta de Apolo... Allí, los que acudían, ya acabadas las funciones teatrales, gustosos de trasnoche, y allí, no pocos, atraídos por el reclamo de unas cenas de a dos pesetas, bastante bien servidas, que Pepe Fornos inventó para atraer a los consumidores escasos de moneda circulante.”
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