La destrucción de las calles incluidas en la reforma de la Gran Vía supuso además la desaparición de unos barrios que según el autor de este artículo eran "el refugio de la depauperada clase media del siglo XIX". Comenta también que "allí estaban las prenderías donde iban á parar los restos del lujo de otros tiempos; los libreros de viejo, que se enriquecían con la miseria ajena; los usureros que prestaban al mil por ciento; las casas de préstamos; la prostitución al alcance de empleadillos y estudiantes pobres".