Jarro moldeado y torneado, de cuerpo ovoide, cuello alto y borde ligeramente exvasado; boca trilobulada y labio redondeado; pie con anillo; asa de cinta. Cuello y base presentan gallones verticales, el primero, y radiales, la base.
Pintado en azul, amarillo y manganeso, sobre cubierta de esmalte blanco lechoso. El motivo decorativo principal se sitúa en el frontal: en el interior de un medallón formado por dos líneas curvas, imagen de la Virgen del Prado sobre su altar, con un halo de querubines y ángeles con trompetas, flanqueada por dos jarrones con ramos de azucenas muy simplificados, todo ello sobre un lecho de roleos. El resto del cuerpo se decora con dos cenefas: una de flores moradas enfiladas, enmarcada por doble línea horizontal y otra de grandes pabellones amarillos con guirnaldas de hojas moradas. En el cuello ramitos esquemáticos alternados y bajo el borde flores amarillas enfiladas. El labio y el arranque del pie presentan sendas líneas azules. El asa está decorada con una rama de hojas en espiga.
Las representaciones de la Virgen del Prado, patrona de Talavera de la Reina (Toledo) aparecen en los azulejos talaveranos en el siglo XVII, pero será en el siglo XIX cuando se popularicen utilizándose en la decoración de platos, fuentes, benditeras o, como en este caso, jarros. Al mismo tiempo, se esquematiza su diseño hasta hacer irreconocibles algunos detalles y se combina con distintos tipos de cenefas característicos del siglo XIX, que en muchos casos son simplificaciones de motivos de las series alcoreñas del XVIII. En el caso de este ejemplar se trata de una cenefa de pabellones o colgaduras de tela, asociada con guirnaldas más o menos simplificadas.
Esquematizaciones de motivos alcoreños son, también, los ramitos que decoran el cuello de la pieza. En cuanto a la forma del jarro, con su decoración gallonada en cuello y base realizada a molde, aparece hacia mediados del siglo XIX, asociada mayoritariamente a representaciones de la Virgen del Prado. Probablemente se trate de una adaptación de formas propias de cerámicas finas e incluso porcelana, donde las formas ovoides de cuellos rectos y gallones o acanaladuras no son raras. La decoración con gallones y acanaladuras se introdujo en Talavera en la segunda mitad del siglo XVIII, junto a los nuevos modelos formales que imitaban labores alcoreñas o porcelanas, pero será en el siglo XIX, cuando sean ampliamente utilizados en jarros y jarrones, prefiriéndose las acanaladuras oblicuas a las paralelas.