Bronce
Martilleo
Altura = 4,50 cm; Diámetro máximo = 25,50 cm
Perforación: Diámetro = 0,40 cm
Plato de forma troncocónica, de paredes rectas, ligeramente exvasadas, borde horizontal, exvasado, y base plana. Presenta dos perforaciones separadas 4 cm entre sí, correspondientes a sendos remaches de un mango perdido.
Foto: Pablo Linés Viñuales
Plato de características y forma similares CE1974/124/373. Su datación debe relacionarse con la del broche de cinturón de placa rígida y campo calado, realizado en plata, que apareció junto al plato en la sepultura 12 (en paradero desconocido, pero fotografiada por ambas caras por Barradas en la Memoria de 1931). Los broches de placa rígida fueron considerados por Zeiss como objetos de cronología temprana (primera mitad del siglo VI o algo anteriores) puesto que aparecían con objetos típicos de ese momento como broches de cinturón de celdillas y vidrio o fíbulas trilaminares. Ripoll (1998) las retrasa considerablemente, colocándolas en su nivel IV con una cronología entre el 580 y el 600. No obstante, al menos en dos sepulturas de Carpio de Tajo (la 123 y la 137) aparecen hebillas de placa rígida junto a broches del tipo I y otros elementos del nivel II de Ripoll, lo que podría adelantarlas hasta al menos el 525. En el mismo Daganzo, en la sepultura 30, apareció un broche de placa rígida y campo calado (muy semejante al de plata de la sepultura 12) junto a otro de placa de celdillas y pasta de vidrio, sin que de la descripción de Barradas pueda deducirse ningún indicio de reutilización ni mezcla de restos.
Respecto a la utilización de estos recipientes planos visigodos, la tendencia general es a suponerles un uso litúrgico, y así lo hace por ejemplo Vallalta (1988) para su hallazgo de Bigastro, a pesar de que no tiene decoración alguna y presenta varios y muy visibles lañados por el interior. En nuestro caso habría que pensar más bien en los recipientes llamados genéricamente en Apicio y Suestonio patinam (o su diminutivo patellam), que recibían este nombre por su forma plana y poco profunda, independientemente de si eran metálicos o cerámicos y de si llevaban o no asas, puesto que se usaban tanto para consumir el alimento como para calentarlo al fuego. Dado el contexto en que aparecieron en Daganzo (tumbas de tres varones, dos de ellos jóvenes y con armas) creo incluso que se podría pensar en el plato metálico reglamentario de los legionarios romanos, abundante en los yacimientos del limes, en el que los soldados preparaban (y eventualmente calentaban) y consumían el alimento (utilizándolo incluso a veces para el aseo y el afeitado).
Comentario extraído del catálogo del Museo de San Isidro. Los orígenes de madrid